La respuesta de la leyenda más conocida da cuenta que no se originó allí.
La palabra croissant o cruasán significa “creciente” en francés, debido a su forma de cuarto creciente lunar.
Fue en 1683 época en la que el Imperio Otomano avanzaba por Europa conquistando territorios en su lucha contra el Sacro Imperio Romano Germánico. Tras haber arrasado con Constantinopla el ejército otomano fijó su objetivo en Viena.
La ciudad se encontraba rodeada por una muralla así que la estrategia de los soldados fue cavar túneles para llegar directamente al centro de la urbe y sorprender a sus enemigos en mitad de la noche.
Como es costumbre en el gremio de los pasteleros ellos se encontraban trabajando en mitad de la noche para tener el pan listo a primera hora del día cuando comenzaron a escuchar ruidos. Preocupados por lo que sucedía, dieron la voz de alarma. Y fue gracias a este aviso por lo que se pudo defender la ciudad.
Por esta gran colaboración los panaderos recibieron una condecoración y para festejar la victoria, elaboraron dos panes como agradecimiento:
-Uno con el nombre de “emperador”.
-Otro “Halbmond” que en alemán significa media luna y es lo que se corresponde con el actual croissant. El mismo se trataba de un bollo con forma de luna creciente (la misma que lucía en la bandera otomana). Por lo que el croissant simbolizó la manera de comerlo “literalmente” como dulce venganza; tras vencer al enemigo que estuvo a punto de tomar la ciudad.
Dependiendo del lugar encontramos diferentes variedades y formas de hacer el bollo. En Perú, Ecuador y Venezuela se les dice cachitos; medialunas en Paraguay, Argentina, Uruguay o Chile; y en determinados países de Latinoamérica se refieren a ellos como cangrejitos o cuernitos.
Nuestra medialuna, que tanto amamos, es el complemento perfecto para cualquier desayuno, merienda o brunch.
¿A ustedes cuál tipo les gusta?