El kiwi.

¿Te gusta la Actinidia deliciosa?

Es una de esas frutas que amas u odias. Pero aunque no seas team kiwi, hay muchísimos motivos para comer kiwi todos los días.

Esta baya, pequeña y peluda como el pájaro que le da nombre, es originaria del norte de China, donde empezó a cultivarse a principios del siglo XX.

Aunque pueda parecer, tal vez por lo exótico, que se trata de una fruta tropical, lo cierto es que crece en climas fríos y húmedos.

Con su forma ovalada, cáscara marrón con pelitos, pulpa verde brillante y diminutas semillas negras dispuestas en torno a un corazón blanco, su apariencia es tan particular como su sabor. Dulce, ácido y hasta algo picante, el kiwi puede no ser una fruta querida por todos, pero tiene más vitamina C que las naranjas y más potasio que las bananas.

¡Tips para su consumo!

El kiwi contiene una enzima llamada actinidia que degrada proteínas, razón por la cual se puede emplear para ablandar la carne antes de cocinarla y así reducir el tiempo de cocción, frotando ésta con la pulpa del fruto.

Además, la actinidia evita la coagulación de la gelatina y es la responsable de que los productos lácteos, si se consumen mezclados con kiwi, presenten un sabor amargo, por lo cual es recomendable evitar esa combinación.

Para consumirlo como fruta puede pelarse o bien partirlo por la mitad y comerlo a cucharadas. También se puede cocinar para elaborar salsas agridulces, mermeladas, productos de repostería e incluso licores con o sin alcohol.

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