Te contamos sobre algunas delicias viajeras.
La mayoría de los platos que en unas semanas prepararemos para nuestras mesas de fiesta los heredamos de inmigrantes y los hicimos tan nuestros e indispensables como el mate.
Todos tenemos una tía o abuela que prepara el mejor Vitel Toné del mundo mundial y se lo pedimos para Navidad o Año Nuevo. También está la ensalada rusa de la abuela, los huevos rellenos, la torre de panqueques o quien enfrenta el calor de las fiestas en el hemisferio sur haciendo un asado.
No es Navidad sin comer algunas de esas cosas y rematarlas con Pan Dulce y turrones, de hecho, suele ser noticia la fila de varias cuadras para comprar el mejor Pan Dulce de Buenos Aires todos los diciembres.
Los sentimos muy nuestros, y si lo cuestionamos alguna vez lo respondimos diciendo que ya estaban en el libro de Doña Petrona. Pero, aunque figuren en la biblia de los cocineros caseros argentinos, las recetas de nuestras fiestas son importadas.
Por ejemplo, el origen del Vitel Toné es italiano, específicamente piamontés. Nació en esa región hacia el año 700 y su nombre original “Vitel Tonna”, significa literalmente carne con atún. Por su temperatura incompatible con el diciembre europeo, éste plato se consumía principalmente en verano y lo trajeron a Argentina los inmigrantes piamonteses hacia principios del siglo XX.
Otra viajera, con más recorrido aún, es la ensalada rusa. Aunque en otros países se la llama ensalada Olivier por su supuesto creador. El señor Olivier era un belga que en el siglo XIX decidió abrir un restaurant en la Rusia zarista. Uno de los platos estrella del local era la mayonesa de caza, que por su popularidad pasó a llamarse como su creador: ensalada Olivier. La primera versión, bastante barroca, de la ensalada incluía carne de urogallo o perdiz, áspic, lechuga, pepinos, papas hervidas, caviar, lengua de ternera y trufas.
Convengamos que la ensalada rusa de la abuela es bastante más simple. Es que durante su viaje hacia nuestro país los inmigrantes que la trajeron adaptaron sus ingredientes a sus posibilidades, que claramente no incluían caviar. Entonces llega a nuestros días con papa hervida, zanahoria, arvejas y mayonesa.
En un giro de la historia, la famosa ensalada nombrada por su autor, fue publicada cuando el belga tenía 8 años en un recetario inglés escrito por Charles Elmé Francatelli, jefe de cocina de la reina Victoria. Ahí tenemos un lindo tópico de charla navideña más allá de la política, ¿Abuela sabias que el cocinero de la reina Victoria inventó la ensalada rusa?
Cuando llegamos al brindis es infaltable el pan dulce, porque no es mesa de fiesta sin él. Sabemos que su origen es italiano, pero no sabemos específicamente el cuándo ni el dónde. Debido a su gran popularidad y sus variantes en ingredientes, el recorrido histórico del panettone es difícil de determinar.
Cuenta la leyenda que fue creado por accidente en las cocinas del duque de Milán Ludovico Sforza, por un ayudante de cocina quien cansado se quedó dormido y dejo quemar en el horno el postre. Para salvarse de las represalias, improvisó el pan dulce para el deleite de los invitados de la cena de Navidad del duque. La verdad es que solo sabemos que como mucho de lo que llamamos nuestro, viajo en barcos llenos de inmigrantes italianos a nuestra mesa para convertirse en el postre de la navidad argentina.
Esperamos que tengan ahora otros temas más divertidos para compartir en su mesa de fin de año, mientras disfrutan de estas delicias viajeras. ¡Salud!